jueves, 22 de octubre de 2009

EL ABORTO - Por Andrés Flores Colombino parte III

Debemos señalar que nadie se proclama partidario del aborto, y desde todas las tiendas se lo considera un mal que se debe erradicar, o disminuir o atenuar sus consecuencias o complicaciones, miles de veces más frecuentes estas últimas en el aborto inseguro que en el realizado con garantías médicas, como en las clínicas privadas de alto costo. Y en los países donde no se trata de un delito.

Uno de los argumentos más utilizados para la despenalización es que la Ley existente, condena a quienes deciden abortar a utilizar servicios inseguros o incompetentes que ponen en riesgo la vida de la mujer, enfrentan a las personas decentes a la necesidad de negar las normativas vigentes, a actuar en la clandestinidad, de favorecer a médicos, parteras o personas inescrupulosas que aprovechan las condiciones de riesgo legal, para cobrar sumas abusivas y desproporcionadas a la magnitud del acto, o maltratar la dignidad de las personas que buscan sus servicios. Hay toda una estrategia para poder acceder a una clínica abortiva. O a un método popular (hay 22 formas diferentes de interrumpir el embarazo) que surgen de las redes femeninas que ya lo han practicado, cargado de culpas o nó. El uso reciente y extendido del misoprostol como abortivo, facilita el procedimiento y libera a las usuarias de la dependencia del médico clandestino o no. Estas actitudes sociales implican un consenso sobre la necesidad de burlar la ley, negarla o enfrentarla por considerarla injusta. Es lo que Sanseviero (2007) llama ‘una conducta social ampliamente tolerante’ con respecto al aborto voluntario, ‘un deslizamiento entre los niveles del discurso (la condena) y de las prácticas colectivas (de amplia tolerancia)’. Tendencia que ya Barrán (1992) descubriera en el Uruguay para producir lo que en demografía se llama la trancisión demográfica, que frenó el crecimiento poblacional en base al aborto, como recurso central de la sociedad uruguaya hacia los años 30 del siglo XX. El ‘milagro japonés’ tuvo igual recurso en el aborto por la misma época, con la ventaja de la oportuna despenalización de la práctica.

En el Uruguay se producen en la actualidad unos 33.000 abortos anuales, 4 abortos por cada 10 embarazos y 90 diarios (Sanseviero 2003), unos 4 abortos por hora. Y si las clinicas trabajaran solo 8 hs diarias, unos 10 a 12 abortos por hora.Estas cifras son muy menores frente a los registrados en la década de los 60 y 70, en que el Profesor Hermógenes Alvarez denunció que se producían 3 abortos por cada 4 embarazos. “Nacen 50 mil niños y se realizan 150.000 abortos por año”, decía Alvarez en 1967. Cifra que fue bajando gracias a la aparición de los métodos anticonceptivos artificiales, entre otros factores. En 1982 la relación aborto-parto era de uno a uno(100 abortos cada 100 partos), colocando al Uruguay, junto a Portugal e Italia como los países con más alto índice de abortos del mundo. En la actualidad, la tasa de aborto en el Uruguay se estima en 41.5 % que coloca al Uruguay en el 10° lugar de los primeros 99 países considerados (Johnston 2005). Holanda es el país con menor indice de aborto provocados del mundo con 5.5 por cada mil mujeres en edad reproductiva. Es que los mencionados método anticonceptivos, sobre todo los orales, al servicio de una biotecnología cada vez más afinada desde su irrupción en 1960, así como el mejor uso del preservativo para prevenir la transmisión del VIH SIDA, que también sirve como preventivo del embarazo indeseado, junto a la inclusión de la educación sexual y la promoción de una cultura de la salud sexual, tuvieron en el Uruguay una buena acogida, pese a sus tenaces opositores.

Hay muchos temas vinculados, pero solo deseamos referirnos a uno más: si la despenalización produce como efecto consiguiente el aumento del número o el índice de abortos de las poblaciones que afecta. La respuesta es que los estudios revelan que los primeros años se registran – se tiene el registro de - mayor número de abortos, porque los que se realizaban clandestinamente se incorporan a la estadística. Pero no hay un incremento. Se pone el ejemplo de Suiza, que cuando despenalizó no se registraron cambios porque el sistema sanitario universal estaba muy controlado y por ende también los abortos, aun los clandestinos. O Rumania, que cuando aprobó leyes restrictivas en 1966, la mortalidad materna aumentó bruscamente y disminuyó en picada cuando nuevamente se despenalizó en 1990. La despenalización no invita a abortar, aunque facilita el aborto. Lo hace más sano, higiénico, equitativo y seguro, minimizando el riesgo de muerte materna.
Está demostrado que el uso adecuado de los anticonceptivos sobre todo los artificiales, actúa en la primera línea de prevención de los embarazos indeseados, a todas las edades de la mujer. El embarazo inesperado y no aceptado es la razón principal del aborto. Pero llama la atención que los mismos sectores fundamentalistas que se oponen a la despenalización del aborto, también se oponen al uso de los métodos anticonceptivos artificiales. Se trata de una contradicción poco comprensible, pues cualquiera sea la ética utilizada para considerar el tema del aborto, debería primar y ser común a todas las éticas, la elección del mal menor, ante un conflicto de deberes. Aun cuando se considere que la anticoncepción también es un mal.

Otro argumento utilizado por quienes plantean la despenalización del aborto, es que la mortalidad materna corresponde en buena parte a los abortos practicados de manera insegura, tal cual los definimos. Y que hay menos muertes maternas por aborto seguro que por el propio parto. Ya vimos que en el mundo mueren aproximadamente 80.000 mujeres por año a causa de las complicaciones de abortos inseguros. Se estima que el número es mayor dado que muchas muertes ocurren en los domicilios o en lugares clandestinos y, por tanto, hay un subregistro de las muertes maternas, sobre todo en países donde rigen leyes restrictivas. Mucho se ha abusado con las estimaciones interesadas para fundamentar una u otra postura antiabortista o despenalizadora. En el Uruguay, entre los años 1992 a 2001 murieron 129 mujeres siendo el aborto en condiciones de riesgo la mayor causa de muerte materna. El promedio anual es de unas 14 muertes en la actualidad. Lo importante es que son todas muertes prevenibles, evitables, ya que esa muerte es indicadora centinela del sistema sanitario de cualquier país. Las mujeres colocadas al margen del sistema, llegan tarde y mal para ser atendidas por un aborto en curso mal realizado. Es decir, se podría evitar, si se contara con servicios médicos públicos y accesibles para la práctica del aborto seguro. Para ello, es indispensable la despenalización, proclaman sus promotores..

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