jueves, 22 de octubre de 2009

EL ABORTO - Por Andrés Flores Colombino parte IV


La Organización Mundial de la Salud ha propuesto Objetivos de Desarrollo del Milenio (siglo XXI) donde se fija la meta de reducir la mortalidad materna en tres cuartas partes entre 1990 a 2015. Para ello deba cambiar –sí o sí- el marco legal respecto al aborto.

Un grupo de médicos uruguayos (Briozzo y col 2007), preocupados por la grave situación creada por el aborto provocado, crearon en el 2001 un centro de atención y reducción de daños por el aborto, interviniendo “antes” y “después”, asesorando a las mujeres que deseaban abortar o lo habían hecho, dando respuesta inmediata a los problemas “mientras se discuten las leyes” y respetando las leyes vigentes. Esta inciativa dio lugar a la aprobación de la normativa para su implementación por el Ministerio de Salud Pública, incorporándolo a sus políticas, y con el beneplácito de la mayoría de los actores sociales a nivel nacional e internacional, ya que los resultados no solo mejoraron el nivel de atención y respeto hacia la dignidad de las mujeres, a quienes no se culpabilizaba en uso del secreto profesional y la confidencialidad, sino que, una vez informadas, las mujeres podían decidir no abortar, aunque no era el objetivo de la tarea. (Briozzo 2007). Este programa recibió el Gran premio Nacional de Medicina 2008 en octubre de este año.(Búsqueda 2008).

Cuando se habla de aborto, de inmediato surge la pregunta ¿Cuándo comienza la vida humana? Hoy tenemos el consenso que toda célula viva contiene vida, por tanto, en el momento de la concepción se unen dos células vivas de antemano, no surge otra vida. Los biólogos remontan el origen de la vida a miles de millones de años sobre la faz de la tierra. Cuando en 1953 se descubre la estructura molecular del ácido ribonucleico y desoxiribonucleico, su importancia en la composición de los genes y su transmisión hereditaria, mediante los cromosomas, estábamos atisbando en la comprensión de la vida misma. Luego vino la fertilización asistida, con sus múltiples recursos biotecnólogicos que asombran por sus derivaciones y logros, asi como por sus riesgos. Pero la decodificación del genoma humano y casi concomitantemente el fenómeno de la clonación animal, pudsieron en manos del hombre un nuevo conocimiento: cualquier célula del organismo era capaz de cumplir con el rol de un óvulo fecundado por un espermatozoide. El núcleo de cualquier tejido vivo del organismo puede ser introducido en un óvulo –previa enucleación- y se desarrolla un ser humano o animal completo.

Si ya sabíamos que la naturaleza aborta con frecuencia, y lo haría más si el hombre no lo impidiera. Si la mujer siente que un embarazo no deseado es parte de su cuerpo y desea no continuar con él por razones que su dignidad le impone; si fue concebido por violación, por incesto, por ignorancia, o porque su salud no le permitirá tenerlo. Si la mujer decide libremente que no desea tener más hijos porque desea practicar la paternidad responsable, porque el padre del nonato la abandonó, o ella rompió una relación indeseada con ese padre, porque vive en la miseria ¿qué alternativas tiene?.

Si los filósofos de las ciencias se plantean si un huevo o cigoto (óvulo fecundado), es vida pero no es persona; Si se crean estadios intermedios del ser, como ‘conceptus’, después del huevo y antes de la formación de la cresta neural del embrión, que tampoco son personas; Si el origen de la vida radica en cada molécula animada, pero no puede hablarse de vida humana, habrá que ver todavía cuándo puede hablarse de vida humana. Porque el hecho que en el huevo palpita una vida en potencia, igual cosa puede decirse de cualquier tejido celular del cuerpo vivo. Lo ha demostrado la clonación. En ese orden de ideas, no podría extirparse ninguna célula o tejido cercano a una lesión, no se podría ‘cortar por lo sano’ como lo indica la lógica científica y el sentido común, porque se estaría eliminando vida humana.

El tema se presta a plantear muchas preguntas y dar algunas respuestas. ¿Puede aceptarse que el 80 % de las naciones más desarrolladas y cultas del mundo que han despenalizado el aborto sean todas criminales? ¿Ser partidario de la despenalización del aborto es equiparable a ser partidario del aborto? ¿Se puede negar una realidad como la práctica clandestina del aborto, en condiciones de riesgo o inseguras? ¿Las leyes vigentes, previenen el aborto a la luz de realidades diferentes luego de 70 años de promulgadas en el Uruguay? ¿Es claro que la penalización del aborto favorece a las clínicas clandestinas y a la medicina mercantilizada? ¿Está claro que la penalización favorece la mortalidad materna? ¿Y es discriminatoria para las mujeres pobres, pues las pudientes acceden a clinicas seguras que funcionan en el marco de una tolerancia social muy amplia?. ¿Está claro que la discusión del tema no transcurre por exclusivos canales racionales y científicos, sino que siempre será difícil ponerse de acuerdo sin cortapisas? ¿Se trata el problema de un tema eminentemente ético, religioso, filosófico o científico? ¿Hay consenso entre quienes desde las religiones opinan sobre el aborto? El sacerdote católico Luis Pérez Aguirre (2001) fue muy severo al condenar la posición oficial de la Iglesia Católica, y decía que ‘la penalización era injusta e inmoral’. Y hay un movimiento eclesial denominado “Católicas por el derecho a decidir” que afirma que no hay tal consenso sobre el aborto dentro de la propia Iglesia Católica (Mejía 2007) ¿Es claro también que los hechos están allí y que debemos enfrentarlos con realismo y valor, con prudencia y sabiduría?¿Es principismo o hipocresía el man tenimiento de una Ley que no se aplica, no tutela el bien general y solo consagra la clandestinidad de una terca realidad?Estamos convencidos que todos quienes tomamos contacto con este tema complejo no deseamos que ocurran más abortos. Es más, deseamos que no ocurran en absoluto. Como ello es imposible, porque la naturaleza va a seguir provocando abortos espontáneos, así llamados, pero que obedecen a embarazos que no pueden o no deben culminar en partos, la sociedad debe encarar el tema del aborto de acuerdo a los parámetros que la ciencia, la filosofía, la ética y la antropología reconozca como válidas. Validez que siempre puede ser discutida y modificada por el cambio de los tiempos, el desarrollo de nuevos paradigmas. Los que trabajamos en temas de salud sexual debemos estar atentos a esos cambios, para protagonizarlos o acompañarlos, nunca para paralizar el desarrollo y el progreso de la humanidad.

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